Alexander Dugin
Geopolitika.ru, 17/06/2017
1. El multipolarismo como una visión del futuro y de la tierra en la era posmoderna
El multipolarismo como un concepto innovador que rompe los esquemas
La teoría multipolar representa una dirección única que no puede ser calificada tan solo en términos de “progreso/conservadurismo”, “viejo/nuevo”, “desarrollo/estacionario”, etcétera. La visión unipolar y globalista de la historia muestra el proceso histórico como un movimiento lineal que va de lo peor a lo mejor, de lo subdesarrollado a lo desarrollado y así, consecutivamente. En este caso, la globalización es vista como el horizonte de un futuro universal y todo lo que impide la globalización es sencillamente visto como la inercia del pasado, el atavismo o el esfuerzo por preservar ciegamente el “statu quo” a cualquier costo. En virtud de tal precepto, el globalismo y “El mar de poder” también están tratando de interpretar el multipolarismo como una posición exclusivamente conservadora que se opone al “cambio inevitable”. Si la globalización es el posmodernismo (una sociedad global), el multipolarismo parece ser la resistencia al posmodernismo (que incluye elementos de lo moderno e incluso de lo pre-moderno).
Ciertamente es posible considerar algo bajo un punto de vista distinto y dejar a un lado el dogmatismo de un proceso lineal [1] o de un “proceso monótono” [2]. La idea de tiempo como una categoría sociológica de la filosofía del multipolarismo está basada en la interpretación del paradigma general del multipolarismo observado a través de un sistema absolutamente distinto.
El multipolarismo, a comparación de la unipolaridad y el globalismo, no es sólo un llamado a lo antiguo o a mantener todo como se encuentra. El multipolarismo no insiste en la preservación de los estados nacionales (el mundo westfaliano), ni en la restauración del modelo bipolar (el mundo de Yalta), y tampoco en congelar ese estado transicional en donde actualmente se encuentra posicionada la vida internacional. El multipolarismo es un vistazo al futuro (el que aún no es), un proyecto de organización de orden mundial bajo principios y elementos absolutamente nuevos y, por lo tanto, es una revisión importante de los axiomas ideológicos, filosóficos y sociológicos sobre los que descansa la modernidad.
El multipolarismo, así como la unipolaridad y la globalización, está orientado hacia la construcción de aquello que nunca ha sido, la tensión creativa del espíritu libre, la investigación filosófica y el esfuerzo por construir una sociedad mejor, más feliz, armoniosa, justa y absoluta. Sin embargo, lo distinto es que el carácter de esta sociedad, sus principios y valores, así como los métodos para construir sus cimientos, son vistos en forma radicalmente distinta cuando se los compara con la visión globalista. El multipolarismo ve el futuro como múltiple, variado, diferenciado, desigual y conservador de la amplia paleta de opciones de identificación propia, tanto individual como colectiva. También hay trasfondos de sociedades fronterizas que experimentan la influencia de distintas matrices de identificación. Esto es un ejemplo de la “floreciente complejidad” del mundo, en donde múltiples de ellos se combinan en una multiplicidad de tiempos, en donde una múltiple cantidad de actores colectivos e individuales se sumergen en un diálogo para así encontrar y, a veces, transformar su identidad a través del curso de esta conversación.
La cultura, la filosofía, la política, la economía y la tecnología occidentales son vistas en este mundo futuro como uno de tantos fenómenos locales que de ninguna forma la cultura, la filosofía, la política, la economía y la tecnología sobresaldrían de las sociedades asiáticas o incluso a las tribus arcaicas. Todo con lo que tratamos bajo la forma de diferentes etnias, personas, naciones y civilizaciones son variaciones equiparables de las “sociedades humanas” (“Menschliche Gesellscraft” [3]). Algunos de ellos están “desencantados” (M. Weber) y materialmente desarrollados, mientras que otros son pobres y planos, pero aún así “encantados” (M. Eliade), sagrados, y viven en armonía y equilibrio con su existencia ambiental. El multipolarismo acepta cualquier decisión que la sociedad haga, pero toda decisión se torna sensible sólo en el contexto del espacio y en un momento histórico; por lo tanto, permanece siendo local. A lo más que puede hacer por otros la cultura occidental, percibida como algo local, es ser una fuente de admiración y de deleitoso despertar, en vez de una afirmación de universalidad y separación del contexto histórico que se transforma en un simulacro, casi occidental, una caricatura y una cursilería. Hasta cierto punto, esto ya ha pasado con respecto a la influencia de la cultura americana sobre la europea, aun cuando todavía es fácil reconocer a Europa, sin embargo, esta Europa es hipertrófica, estéril y carente de la armonía interna y proporciones, del encanto y la tradición. Es una Europa del proyecto universalista que ha dejado de ser orgánica, asumiendo las características de un fenómeno complejo, paradójico, dramático, trágico, contradictorio y espacial.
El multipolarismo y el posmodernismo
Si hacemos referencia al pasado, fácilmente podremos encontrar que el mundo multipolar, el orden internacional basado en el principio del multipolarismo, nunca existió. Por lo tanto, el multipolarismo es un proyecto, un plan, una estrategia para el futuro y no mera inercia o resistencia inactiva a la globalización. El multipolarismo observa el futuro, pero lo ve en forma radicalmente distinta a como lo hacen los defensores de la unipolaridad, el universalismo y la globalización, éste lucha por traer a la vida su visión. Estas consideraciones demuestran que, de cierta forma, el multipolarismo es también posmodernismo (no el modernismo o pre-modernismo), que sólo difiere de las visiones posmodernistas del globalismo y la unipolaridad. Especialmente en este sentido, la filosofía multipolar está de acuerdo con que el actual orden mundial, y también el pasado (nacional o bipolar), es imperfecto y exige una alteración radical.
El mundo multipolar no es una afirmación del Segundo o Tercer Nomos de la Tierra de K. Schmitt, sino una lucha del Cuarto Nomos que debería entrar en el lugar del presente y del pasado. Asimismo, el multipolarismo no es un rechazo del posmodernismo, sino el establecimiento de uno radicalmente diferente a la versión sugerida por el globalismo y los defensores del mundo unipolar. Éste es diferente en relación a la versión dominante neoliberal y, en relación al antiglobalismo crítico y la posición alterglobalista, será basado en el mismo universalismo al igual que el neoliberalismo, pero sólo con el signo opuesto. Por lo tanto, el multipolarismo posmoderno representa algo completamente diferente al globalismo neoliberal moderno o premoderno, del imperialismo americanocéntrico unipolar, del antiglobalismo izquierdista o de las ideas alterglobalistas. Por ello, en el caso de la formalización del multipolarismo como ideología sistematizada, la conversación tiende precisamente a la “Cuarta teoría política”.
La idea multipolar reconoce que los estados nacionales no corresponden a los retos de la historia y, además, son apenas una fase de preparación para la globalización. Es por ello que apoya la integración de los procesos en regiones específicas, insistiendo así en que sus límites consideran las peculiaridades civilizadoras de las sociedades desarrolladas históricamente en estos territorios. Esto es una característica positiva del posmodernismo.
La idea multipolar rechaza las “grandes narrativas” (historias), el logocentrismo europeo, las rígidas jerarquías poderosas y un patriarcado normativo asumible. En lugar de esto, apoya el valor de las identidades locales, multifacéticas y asimétricas que reflejan el espíritu de cada cultura específica, sin importar cuál sea, por tan extraña o abominable les parezca al resto. Incluso esto es otra característica del posmodernismo. La idea multipolar rechaza el acercamiento mecánico a la realidad y la división de Descartes del sujeto y del objeto. Esto se hace por medio de la afirmación de la integridad, el holismo y el acercamiento integral al mundo, lo que es orgánico y equilibrado, basándose más en la “geometría de la naturaleza” (B. Mandelbrot), que en la “geometría de la máquina”. Esto da ecologismo al Mundo Multipolar, rechazo al concepto de “subyugación de la naturaleza” (F. Bacon), y transición a un “diálogo con la naturaleza”. Esto es incluso una mejor característica posmoderna.
El posmodernismo multipolar contra el posmodernismo (globalismo/antiglobalismo) unipolar.
Cuando la conversación tiende a medir las cosas en el mundo futuro, contradicciones importantes comienzan a surgir entre la teoría multipolar y el posmodernismo. El posmodernismo liberal y neomarxista opera con los conceptos básicos de “progreso” lineal e “individuo”, concebidos con el propósito de la “liberación del individuo” y, en la última etapa, con el propósito de la “liberación del individuo” y una transición al posmodernismo, ya sea un robot, un mutante, un rizoma o un clon. Además, es el principio de la individualidad el que consideran universal. Aquí, la idea multipolar diverge bruscamente de la principal línea del posmodernismo y propone a la sociedad, a la personalidad colectiva, a la conciencia colectiva (E. Durkheim) y al inconsciente colectivo (K. G. Jung), como el centro de las cosas. La sociedad es una base de la existencia; ésta crea individuos, personas, idiomas, culturas, economía, sistemas políticos, tiempo y espacio. En la idea multipolar no existe una sociedad única, ya que existen muchas, y todas son inconmensurables una con la otra. Un individuo se ha vuelto “la medida de las cosas” de forma absoluta y exitosa en sólo un tipo de sociedad (la europea occidental), y en todas las demás sociedades no ha sucedido ni sucederá. Se debe entender el derecho inalienable de cada sociedad de ser lo que quiere y de crear su realidad por sus propios medios, ya sea a través de la asignación de un valor superior a un individuo y a un hombre, o no, sin asignación alguna.
La misma idea está relacionada con el tema de “progreso”. Ya que el tiempo es un fenómeno social [4], está estructurado de forma distinta en cada sociedad. En algunas sociedades se ensimisma y crece en el papel del individuo en la historia, mientras que en otros no. Por lo tanto, no existe un factor determinante entre las sociedades que concierna a los conceptos de individualismo y post-humanidad. Es muy posible que el destino de Occidente continúe a través de las ya mencionadas direcciones, ya que este camino está conectado con la lógica de su historia. El acogimiento occidental del individualismo y del post-humanismo tiene el potencial de infligir daño colateral a otras sociedades y naciones como si estas ideas, de cierta forma, estuvieran ya presentes en su cultura, es como una regla mediante el reforzamiento de preceptos coloniales que son paradigmas reunidos para las mismas sociedades locales. Es este universalismo imperialista colonial de Occidente el principal reto de la idea multipolar. Mediante el uso de estos términos geopolíticos, se puede decir que el multipolarismo es la versión terrenal, continental y telurocrática del posmodernismo, en donde el globalismo (así como el antiglobalismo) es su mar y su versión talasocrática.
2. Teorías del multipolarismo y de la globalización
El multipolarismo en contraste con la política global
Ahora, desde la posición del multipolarismo, consideraremos las teorías básicas de la globalización y cómo se relacionan entre sí.
La teoría política mundial (J. Meyer, J. Boli, etc.) presume la creación de un estado global integrado, con el apoyo de los ciudadanos individuales, es la teoría que más se opone al multipolarismo y representa su antítesis formal. Es similar a las tesis del “Fin de la historia” (rápida o gradual) por F.Fukuyama, y a todos los demás proyectos globalistas rígidos y unipolares que describen un futuro deseable y probable que contradicen a la teoría multipolar. En este caso, entre el mulpolarismo y la teoría de la globalización, existe una relación de “más y menos”, de “blanco y negro”, etcétera. Como ejemplo, existe un antagonismo radical de ultimátums: ya sea “La política mundial” o el multipolarismo.
El multipolarismo y la cultura global (en defensa de la localización)
El caso de estudio de las relaciones es más difícil de dirigir con la teoría de la cultura mundial (R. Robertson) y con los conceptos “transformacionistas” (E. Giddens, etc.). Las valoraciones críticas de la globalización en el espíritu de S. Huntington pueden también ser mencionadas aquí. En estas teorías, se analiza el equilibrio de dos tendencias –universalización (globalismo puro) y localización (R. Robertson)- o la nueva apariencia de los contornos de la civilización (S. Huntington). Si la actitud de la teoría multipolar frente a la universalización es inequívocamente antagonista, un número de fenómenos que se manifiestan como efectos secundarios en el curso de la globalización pueden, contrariamente, ser valorados positivamente. El despertar del contexto sociopolítico de los estados nación en estas teorías es demostrado desde dos puntos: en parte sus funciones son transferidas a entidades globales, y en parte resultan estar en manos de alguno de los nuevos actores locales. Por otro lado, debido a la fragilidad y la perdición de los estados nación, factores civilizadores y religiosos asumen, incluso, una mayor importancia. Es el conjunto de estos fenómenos el que acompaña a la globalización y es la consecuencia del despertar del estado previo y de los modelos mundiales ideológicos que merecen atención positiva y se convierten en elementos de la teoría multipolar.
Los efectos secundarios de la globalización regresan a las sociedades a un contexto espacial específico y, ocasionalmente, religioso. Esto conduce al reforzamiento del papel de la identidad étnica, un aumento en la importancia del factor confesional y el aumento de la atención a las comunidades locales y a los problemas. Estos fenómenos, en resumen, pueden ser considerados como posiciones estratégicas del orden mundial multipolar que debe ser arreglado, acelerado y apoyado. Dentro de la “glocalización” descrita por Robertson, el multipolarismo está interesado en la “localización” al solidarizarse completamente con él. Robertson mismo cree que los procesos de “glocalización” no son predeterminados y pueden cambiar y trasladarse de un lado a otro. Al aceptar este análisis, quienes apoyan al mundo multipolar deben aplicar conscientemente sus esfuerzos para que así los procesos se muevan del lado “local” y que no coloquen un sobrepeso en el “global”.
Conclusiones multipolares
Desde el análisis de la Teoría de los sistemas mundiales
La teoría de los sistemas mundiales de I. Wallerstein es interesante para la teoría multipolar debido al factor que describe adecuadamente el algoritmo económico, político y sociológico de la globalización. El “sistema mundial” de Wallerstein representa la élite capitalista global como la reunión alrededor de “El núcleo”, incluso si sus representantes vienen de los países “periféricos”. “El mundo proletarizado” que gradualmente transita de una identidad nacional a una clase base (internacional) personifica la “periferia”, no sólo geográficamente sino socialmente. Los estados nación no son más que sitios en donde un único proceso mecánico ocurre. Esto es el enriquecimiento de las oligarquías, su integración en el “núcleo” supranacional (global) y el empobrecimiento de las masas, que gradualmente se entremezclan con la clase trabajadora de otras naciones durante el curso de los procesos migratorios. Desde el punto de vista de la teoría multipolar, este análisis no considera el factor cultural, civilizador o geopolítico.
El último es la indiferencia hacia el tema inherente del marxismo como un todo, el cual es el primero de todos en enfocarse en el cierre de los mecanismos económicos de la organización social. En el mundo de hoy en día, “El segundo mundo” (ejemplo: las formaciones de integración regional o “Los grandes espacios”) está situado entre “El núcleo” y “La periferia”. Bajo la lógica de I. Wallerstein, su existencia no cambia nada dentro de la estructura general del sistema mundial, y apenas representa un paso en dirección a la completa globalización – la integración de las élites en “El núcleo” y la “internacionalización de las masas” ocurren más rápido aquí que en el contexto de los estados nación. Sin embargo, bajo la lógica de la Teoría multipolar, la presencia de “El segundo mundo” lo cambia radicalmente. Entre las élites y las masas que existen en las distintas estructuras de integración dentro de los límites de “El segundo mundo”, puede surgir un modelo de relaciones además de la predicción liberal o marxista. S. Huntington lo llamó “modernización sin occidentalización” [5]. La esencia de este fenómeno es que mientras se obtiene una educación occidental y el dominio de las tecnologías occidentales, las elites de los países periféricos generalmente actúan de la siguiente forma: no se integran a la élite global, sino que regresan a su sociedad, confirman su socialización y su identidad colectiva a través de ella; por lo tanto el dominio de sus habilidades al servicio de sus propios países y, por consiguiente, no siguen al Occidente e incluso se le oponen. El factor de la identidad cultural (por lo general la religión), y la afiliación civilizacional resultan ser más fuerte que el algoritmo universal presentado en la tecnología de la modernización y del mismo medio que la engendró.
El proceso de la estratificación de sociedades y la occidentalización de las élites como es descrito por Wallerstein definitivamente ocurre, pero un proceso distinto también podría darse: “la modernización sin occidentalización”-. Junto con la integración regional, pero sin la integración global, estos procesos representan una tendencia que el mismo Wallerstein ignora, pero cuyo análisis, irónicamente, nos permite claramente ver y describir. Esto se vuelve un elemento muy importante y programa la tesis para la Teoría Multipolar.
En cuanto al horizonte global, actualmente todas las sociedades deben confrontar a la mayoría de las teorías de globalización de primera mano, y la teoría multipolar puede proponer los siguientes principios. La verdadera plenitud e integridad del mundo es objetablemente real, pero sólo puede ser adecuadamente percibida una vez que se elimina la banalidad del entorno que oscurece el entendimiento puro del mismo. Heidegger llamó a ésto “existencia auténtica del Dasein” [6]. Comprender al mundo como un todo sólo puede ser posible a través de la modificación de la existencia y no, a través de la acumulación de cada nueva información, expresión, reunión, conversación, información y conocimiento. De acuerdo con Heidegger, el hombre es impulsado a estudiar nuevos lugares y panoramas para escapar de la existencia genuina y este concepto es personificado en la figura de Das Man, es decir: en una forma de vida impersonal y abstracta, aunque concreta, que encuentra varios substitutos para reemplazar la verdadera experiencia de lo existente. Das Man, al tener una auténtica existencia, disuelve la concentración de su propia conciencia a través de la “curiosidad” y el “chisme”, dos de las varias formas de la inexistencia [7]. Entre más simples sean las comunicaciones en el mundo global, menos insensibles serán. Por lo tanto, la globalización de ninguna forma contribuye a la adquisición de la experiencia del mundo entero, sino al contrario, difiere de ello al dispersar la atención en infinitas series de rompecabezas sin sentido en donde las piezas no son atributos de la unificación del entero, en otras palabras, existen como fragmentos no relacionados de la existencia. El horizonte global no se alcanza en la globalización- se comprende en la profunda experiencia existencial del lugar.
Por lo tanto, distintas sociedades no colisionan en el horizonte global, pero con el reto del globalismo como una ideología y una práctica que ataca a toda sociedad y reta a todas las comunidades locales pueden encontrar un lugar en común al rechazar al enemigo que amenaza a toda persona y cultura sin discriminación. La Teoría Multipolar reconoce el universalismo de este reto, pero sostiene que debe ser rechazado universalmente para poder prevenir una catástrofe, desastre o tragedia próxima.
El horizonte del globalismo es concebido como algo que debe ser derrotado, superado y erradicado. Cada sociedad lo hará a su forma, pero la Teoría Multipolar sugiere la generalización, consolidación y coordinación de todas las formas de oposición al reto que representa la globalización. El rechazo al reto de la globalización debe ser igual a la magnitud de su dimensión, pero la estructura de este rechazo así como debe ser suficientemente maduro, independiente y posible, también debe ser multipolar y debe sugerir un proyecto claro y distintivo de lo que debe ocupar el lugar de la globalización.
3. Del veneno a la cura
Domando al tigre de la globalización: La red multipolar
La construcción del mundo multipolar exige el desarrollo de una actitud especial en todos los aspectos del proceso de globalización. Hemos visto que aunque el multipolarismo se opone a unipolaridad y a la globalización, la pregunta no es simplemente acerca del rechazo a todas las transformaciones que rodean la modernidad, sino acerca de la selección del formato multipolar para esas transformaciones, para influenciarlas y para guiar el proceso hacia el patrón visto como el más deseable y óptimo. Por lo tanto, en ciertas situaciones, la intención del multipolarismo no está tan dirigido a oponerse a la globalización, como a retomar la iniciativa y permitirle a los procesos seguir una nueva trayectoria y así transformar “el veneno en cura” (“domar al tigre” [9], para ocupar una expresión china tradicional). Tal estrategia repite la lógica de “modernización sin occidentalización”, pero en un nivel más general y sistemático. Algunas sociedades separadas en una cultura regional toman prestadas tecnologías occidentales para reforzarse a sí mismas y repeler la presión del Occidente en ciertos momentos. El multipolarismo sugiere comprender tal estrategia como un sistema que puede servir como un algoritmo general para la mayoría de las sociedades no occidentales.
Permítanos dar algunos ejemplos de tal reinterpretación de los aspectos separatistas del globalismo a través de la perspectiva multipolar, así como tomar la red y el espacio de la red del fenómeno. Por sí mismo, el fenómeno no es neutral, éste representa el resultado de una serie de transformaciones graduales en el entendimiento sociológico del espacio en un contexto del “Poder del Mar” siguiendo el camino de la disolución de medios de información mayores - desde el mar, atravesando el espacio aéreo, hasta la infoesfera. Junto con ello, la red representa una estructura que percibe la presencia de relaciones entre los elementos del sistema, de forma mecánica y no orgánica. La red puede ser construida entre elementos individuales separados que inicialmente no están conectados entre ellos y que no tienen una identidad colectiva en común. Conforme se va desarrollando, el fenómeno de red representa la posibilidad de sobrepasar a la humanidad e iniciar una era post-humana. Esto es debido a que el centro del hombre se vuelve cada vez más relativo (N. Luhmann, M. Castells, etc.) en el mayor sistema funcional de auto-organización como lo es la red. Desde este punto de vista, la red representa una realidad que es cardinalmente “el mar”, atlantistas, y globalistas.
En geopolítica clásica, podemos ver que las posiciones de la Tierra y el Mar están conectadas, no tanto por la presencia de un elemento u otro, sino por las conclusiones sociológicas, culturales, políticas y, sólo hasta entonces, estratégicas que distintas sociedades hacen de acuerdo con su contacto con el Mar. K. Schmitt enfatiza [10] que en lugar de estar creando un imperio global basado en la navegación, la sociedad española continúa preservando estrictamente su identidad basada en la tierra, la cual también se manifiesta particularmente en la organización de las colonias y en la diferencia entre los futuros destinos de América Latina y América Anglosajona. La presencia de la navegación desarrollada no necesariamente hace a un poder del mar en el sentido geopolítico. Además, el objetivo del poder de la tierra y, en particular, del corazón de la tierra (Heartland) es el obtener el acceso a mares, romper el bloque financiero en la parte de talasocracia y comenzar a competir con ella en su propio elemento.
La situación con el espacio de red es el mismo. El campo multipolar necesita dominar la estructura de los procesos de red y sus tecnologías, aprender las reglas y regulación del comportamiento de red y entonces ganar la posibilidad de lograr sus objetivos y metas en este nuevo elemento. El espacio de red abre nuevas posibilidades para actores más pequeños: después de todo, las ubicaciones de las corporaciones trasnacionales a gran nivel planetaria, un gran poder o un mínimo de dominio individual de habilidades de programación, de ninguna forma son diferentes unos de otros y, de cierta forma, parece que ocurren en condiciones similares. Lo mismo se puede decir de la redes sociales y los blogs. La globalización se inclina a que el código se difunda en una multitud de participantes que de una forma u otra los instalará en un contexto, cuyos parámetros básicos serán controlados por los dueños de servidores físicos, registros púbicos de nombres de dominio, proveedores y monopolistas de hardware. Sin embargo, en las teorías antiglobalistas de Negri y Hardt, hemos visto cómo las teorías de anarquismo de izquierda sugieren encerrar esta circunstancia según sus intereses mientras que se prepara la “rebelión de multitudes” [11]. Algo analógico puede ser también sugerido en el prospecto multipolar, pero la pregunta no está relacionada con conducir un sabotaje caótico de los planes globalistas a través del uso de las “multitudes”, sino con la construcción de civilizaciones de red virtual atadas a un lugar histórico y geográfico específico y en posesión de un código cultural en común. Una civilización virtual puede ser considerada una proyección de la civilización como en el medio de red, asumiendo que las líneas de fuerza y las percepciones de identificación que son dominantes en un medio cultural correspondiente están consolidadas ahí. Esto ya es usado por distintas fuerzas religiosas, étnicas y políticas que de ninguna forma son globalistas o antiglobalistas, y coordinan sus actividades y propagan sus puntos de vista e ideas con la ayuda de distintos instrumentos de internet.
Los dominios nacionales y el desarrollo de las comunicaciones de red en sistemas de lenguaje local son otra forma. Con la operación efectiva de este medio, se pude contribuir al reforzamiento de la identidad cultural de la juventud, ya que están predispuestos de forma natural al encanto de las nuevas tecnologías.
El ejemplo del “internet chino” (en donde el acceso es limitado, tanto legal como físicamente), de acuerdo con algunos expertos gubernamentales chinos, puede dañar la seguridad de la sociedad china. Al contrario, en el campo político, social y moral, este ejemplo demuestra que las medidas puramente restrictivas pueden también ejercer algún efecto positivo para el reforzamiento del multipolarismo.
La red global puede volverse multipolar, específicamente, en un agregado de “contenidos virtuales” independientes y no cruzados. Así, en lugar de una sola red aparte serían muchas redes, cada una con una expresión virtual de un espacio cualitativo específico. Todos juntos, estos continentes pueden ser integrados en una red multipolar común, diferenciada y moderada en términos del paradigma de red multipolar. Eventualmente, el contenido de lo que está en la red sería un reflejo de las estructuras del imaginario humano [12]. Si se actualizan estas estructuras en un modo multipolar (como aquellos que sólo tienen sentido en un espacio histórico cualitativo específico), no es difícil imaginar lo que internet (o su futuro análogo) podría se en un mundo multipolar.
En un nivel práctico, bajo las condiciones presentes, una red puede ya ser considerada como un medio de consolidación activo de medios sociales, personalidades y sociedades bajo la tutela de la promoción del multipolarismo, por ejemplo, la construcción de red multipolar gradual.
Guerras de red en el mundo multipolar
Las guerras de red son más que un fenómeno del periodo de globalización. Deberíamos de armarnos con la metodología de guerras de red- tanto en teoría como en su aplicación- en la construcción del Mundo multipolar. En este sentido, el Principio de red central adaptado durante la reorganización de las fuerzas armadas de la Federación Rusa representa una decisión absolutamente justificada, dirigida a reforzar las posiciones del centro de la tierra y aumentar el desempeño del ejército que constituye uno de los principales elementos de la configuración multipolar.
El principio central de redes de guerra tiene algunos aspectos principales y técnicos relacionados con ello. El equipamiento de unidades separadas del ejercito ruso con atributos de red (aparatos de rastreo, de comunicación de comunicación operativo, medios técnicos interactivos, etcétera) es un lado evidente del problema por si mismo y no exige ningún terreno geopolítico especial. Lo que es mucho más importante es considerar otro aspecto más común de la guerra de redes.
Una guerra de red, como parece serlo desde las acciones teóricas, se mueve constantemente en todas direcciones –contra enemigos, aliados y fuerzas neutrales. De la misma forma, para que las operaciones de red sean exitosas deben desarrollarse en todas direcciones y en la parte central (o en algunas partes centrales) de la construcción del mundo multipolar. Si asumimos que el actor que busca una guerra de red no es un estado, sino una entidad no-estado que ha determinado la creación del mundo multipolar como su objetivo (como la guerra de red que Estados Unidos ha elegido como blanco para establecer un mundo unipolar), veremos que librando esta guerra desde diferentes polos (por ejemplo desde Rusia, China, India, Irán, etcétera), creará interferencias y resonancias, además de multiplicar el refuerzo y efectividad de las estrategias de red. Al construir el mundo multipolar, cada polo está interesado en reforzar los otros polos, pero también en debilitar la hegemonía global de las superpotencias. Por consiguiente, una guerra de red declarada por el mundo multipolar puede representar una convergencia espontánea de esfuerzo con ramificaciones estructurales que pueden ser extremadamente efectivas. El reforzamiento de China es benéfico para Rusia, así como la seguridad de Irán es benéfica para India. La independencia de Paquistán de Estados Unidos posiblemente redunde sobre la situación en Afganistán y Asia central, entre otros lugares.
Al conducir redes, la información y el flujo de imagen que estén asociadas con la idea multipolar en todas y cada una de las direcciones, una guerra de red puede volverse extremadamente efectiva, así como el asegurar los intereses de un actor del mundo multipolar que automáticamente impulsa los intereses de otro. En este caso, la coordinación deberá sólo ocurrir en el nivel más alto – en el nivel de los representantes de los países en el círculo multipolar (como regla, estos son las cabezas de estado), donde el paradigma multipolar común será específicamente coordinado. Los procesos de la guerra de red traerán esta estrategia común a la vida diaria.
La segunda parte importante de la teoría de la “guerra de redes centrada” está en enfatizar el aumento de la sensibilidad hacia las condiciones iniciales. Estos factores iniciales que afectan el resultado final son el punto en el cual empiezan los posibles conflictos, la posición que otros países participantes toman y el medio de información que transmite el desarrollo de los conflictos. Por lo tanto, la prioridad a la que hay que ponerle mayor atención es a la preparación del medio - el local y el global. Si la correlación de fuerzas, un conteo de consecuencias de varios pasos tomados en el campo de la información y la preparación preliminar de la presentación de la imagen son hechos correctamente, pueden hacer imposible la situación de conflicto al persuadir al oponente potencial de la desesperanza de resistencia o de intensificación armada. Esto le concierne tanto a la guerra tradicional como a las guerras de información, en donde la lucha es librada por influencia sobre la opinión pública.
Consecuentemente, los países declaran su orientación hacia el multipolarismo y deben usar activamente las teorías y prácticas de operaciones de red centradas para sus intereses. Los teóricos de las guerras de redes consideran justamente que son un instrumento para librar una guerra en condiciones postmodernas. El multipolarismo acepta el reto de la época postmoderna y comienza la lucha por liderarla. Las operaciones de red centradas representan uno de los territorios más importantes para librar esta batalla.
El multipolarismo y la dialéctica del caos
Otro ejemplo en donde se puede encontrar otra estrategia de “transformar el veneno en cura” es en el fenómeno del caos. El caos figura aún más frecuentemente en los textos de geopolítica moderna y en las teorías de la globalización. Quienes proponen el acercamiento unipolar rígido (como S. Mann [14]) sugieren manipular el caos a favor de “El núcleo” (por ejemplo, EE.UU.). Los antigobalistas y los postmodernistas dan la bienvenida al caos en sentido literal- como una anarquía y desorden. Otros autores tratan de ver brotes de orden en realidad caótica.
El acercamiento multipolar trata el problema del caos de la siguiente manera:
Primero, el concepto mitológico del “caos” como una condición opuesta a “orden” es predominantemente un producto de la cultura griega (en otras palabras, la europea). Esta oposición está basada inicialmente sobre la exclusividad del orden, y subsecuentemente, mientras que la filosofía desarrolla y el orden es identificado con racionalidad, el caos se ha transformado completamente en un concepto puramente negativo, sinónimo de irracionalidad, oscuridad y tontería. Es posible un acercamiento al problema de otra forma, sin embargo, en un sentido menos exclusivo, en donde el caos se revelará a nosotros como una entidad que no está opuesta al orden, sino que precede su tensa expresión lógica. El caos no es sinsentido, sino una matriz desde donde es engendrada [15].
En la cultura europea occidental, el caos es una “mal” unívoco, pero este no es el caso en otras culturas. El multipolarismo rechaza considerar a la cultura europea occidental como universal, y por lo tanto, el caos mismo pierde su imagen negativa unívoca y el orden correlacionado con él como una imagen positiva. El multipolarismo no razona en términos de caos u orden, pero siempre exige explicaciones- qué es el caos, qué es el orden y qué sentido específicamente una cultura ocupa uno u otro término. Sabemos aproximadamente cómo la cultura occidental entiende el caos y el orden, pero ¿cómo lo hace la China, por ejemplo? Ciertamente, la idea de “tao” que es crucial para la filosofía china (“El camino”) es descrita en muchos textos en términos que sorprendentemente nos recuerdan las descripciones del caos. Por lo tanto, el acercamiento polar declara que el entendimiento del caos y del orden va de acuerdo a la civilización y de ninguna forma la concepción occidental es universal.
En primer lugar, los globalistas suelen entender “caos” en el sentido geopolítico como algo que no se correlaciona con sus percepciones de estructuras económicas y sociopolíticas ordenadas y que se opone al establecimiento de valores “universales” y subjetivos mundiales. En este caso, todo lo que tiene un valor para la construcción de un mundo multipolar, incluyendo la insistencia en las formas de identidad, consecuentemente argumenta para si misma las semillas del orden multipolar y aquellas caídas dentro de la clase del “caos”. En lo que respecta a este ejemplo, el “caos” apoya la construcción del mundo multipolar y es en donde sostiene su origen.
Finalmente, el caos, entendido como un desorden puro o procesos débiles espontáneamente organizados que surgen en una sociedad, también puede ser considerado desde la posición del multipolarismo. Cuando una situación caótica (conflicto, disturbio, colisión, etc.) surge de forma natural o artificial, es necesario aprender a controlarlo, por ejemplo dominar el arte de la moderación del caos. Estar en contra de las estructuras ordenadas por su propio valor, los procesos caóticos no se prestan a una lógica directamente, pero eso no quiere decir que carezcan completamente de ella. El caos tiene lógica, pero es más compleja y comprensiva que los algoritmos de los procesos no caóticos. Al mismo tiempo, permite la investigación científica y es estudiada activamente por los físicos y matemáticos modernos. Desde el punto de vista de la aplicación geopolítica, puede volverse uno de los instrumentos más efectivos para la construcción del mundo multipolar.
Alexander Dugin es exProfesor de la Universidad Estatal de Moscú, Doctor en Ciencias Política. Fundador de la Escuela Rusa Contemporánea de Geopolítica, líder del Movimiento eurasianista.
NOTAS:
[1] Alain de Benoist. Protiv liberalizma. SPb, 2009.
[2] Dugin A. Protiv modernizacii// Odnako, 2010. №10 (26).
[3] Thurnwald R. Die menschliche Gesellschaft in ihren ethno-soziologischen Grundlagen, 5 B. Berlin: de Gruyter, 1931-1934.
[4] Dugin A. The sociology of the imaginary. The introduction into the structural sociology. M., 2010
[5] Ibid.
[6] Huntington Samuel P. The Clash of Civilizations and the Remaking of the World Order. New York: Simon and Schuster, 1996.
[7] Dugin A. Martin Heidegger and philosopgiya drugogo nachala. M.,
[8] Heidegger called globalism with the term “Planeter Idiotism”having in mind the original Greek meaning of the word ιδιοτες that implies a polis inhabitant deprived of civil identity, i.e., of affiliation to a phyle, caste, trade, cult, etc. See Dugin A. Martin Heidegger and philosopgiya drugogo nachala. Op. cit.
[9] Evola J. Cavalcare la tigre. R, 2001.
[10] Schmitt С. Die planetarische Spannung zwischen Ost und West (1959)/Schmittiana — III von prof. Piet Tommissen. Brussel, 1991.
[11] Michael Hardt and Antonio Negri, Empire, Harvard University Press,
[12] Dugin A. The sociology of the imaginary. The introduction into the structural sociology. M., 2010.
[13] Ramonet I. Géo-politique du chaos. Paris: Galilée, 1997; Idem. Guerres du xxie siècle — Peurs et menaces nouvelles. Paris: Galilée,
[14] Mann St. R. Chaos Theory and Strategic Thought//Parameters. 1992. Autumn. № 55.
[15] Dugin A. Martin Heidegger and the possibilty of the Russian Philosophy. Op. cit.
(Traducción Libertad Garay)